En la década de los sesenta, había otra Italia, sin embargo, algo se ha mantenido igual. Entonces existía un distrito famoso por las gafas y por el cuidado con el que se realizaban. Estamos hablando de Agordo, y es precisamente aquí donde Maria Pramaor, en el 1971, tras nueve años como empleada, abrió un taller propio donde fabricar monturas. Fueron los primeros pasos de una historia emocionante hecha de pasión, habilidades y esfuerzo. Porque ciertos valores es necesario tenerlos desde siempre o no se tendrán nunca.
Cuando en la década de los ochenta las monturas se realizaban en metal común y en acetato, a nadie se le habría ocurrido hacerlas en titanio. O mejor dicho, casi nadie. En el 1991, Primo Del Din y su mujer Maria Pramaor, empezaron a trabajar el titanio para diferenciarse de la competencia. Enviaron a sus responsables técnicos a Japón, crearon un pequeño departamento dedicado a este material y empezaron a construir ese know-how que actualmente todavía se encuentra en las monturas de titanio Blackfin.
El esfuerzo y las ganas de aprender son idénticas a las del primer día, el cuidado con el que realizamos las monturas no ha cambiado y lo mismo vale también para el lugar donde las fabricamos. Nacimos en Agordo y actualmente nos encontráis todavía aquí. Ha cambiado la planta para ganar más espacio y que los trabajadores estén a su gusto, pero la empresa que actualmente crea las gafas Blackfin es siempre Pramaor. Porque no nos separamos de la historia y los sentimientos y nos los llevamos con nosotros hacia el futuro.
Tenemos la suerte de vivir y hacer nuestro trabajo en un lugar encantador, en ciertos aspectos casi mágico. Lagos de montaña, bosques antiguos, torrentes alpinos y en lo alto toda la gloria de las Dolomitas, la montaña en su forma más pura. Podíamos limitarnos a contemplar el espectáculo ofrecido por la naturaleza, pero hemos decidido dejarnos inspirar por toda esta belleza y meterla en las gafas que fabricamos. Porque no sirve para nada vivir en un lugar magnífico si luego lo traicionas realizando algo mediocre.
Somos italianos y todo lo que realizamos lo diseñamos y lo fabricamos en Italia, pero no nos es suficiente. Una Blackfin es única también por la forma con la que se ha realizado. En efecto, cada gafa lleva consigo la habilidad técnica y la vocación artística de generaciones de hombres y mujeres que con dedicación han transformado la producción en un arte. Personas que todavía encontramos en la actualidad y a las que podemos dar las gracias mirándolas a los ojos por todo lo que hacen, pero sobre todo por la forma maravillosa con la que lo hacen.
Trabajamos este precioso metal desde hace decenios y, por tanto, es realmente difícil, por no decir imposible, encontrar a alguien que lo haga mejor que nosotros o que simplemente lo conozca como nosotros. Es por ello que para comprar los mejores lotes de titanio bruto viajamos hasta Japón donde, productores certificados, nos aseguran una materia prima purísima y perfecta. Es precisamente esta elección consciente la que explica, mejor que cualquier otra cosa, nuestro deseo de realizar gafas excelentes sin dejarnos condicionar por límites, obstáculos o distancias.
Si quieres realizar un producto impecable no existen atajos, sólo un único camino a seguir. Al inicio, una Blackfin es sólo un concepto, luego se convierte en un croquis y por último se transforma en un prototipo. En medio se realizan las pruebas técnicas, las combinaciones cromáticas y los continuos ajustes, hasta llegar a un objeto maravilloso por técnica y estética. Sólo cuando el resultado de este recorrido es coherente con la idea inicial nos detenemos y nos sentimos recompensados por todos los esfuerzos.
«No se puede pensar una arquitectura sin pensar en la gente», las palabras del arquitecto Richard Rogers han sido el punto de inicio para llegar a diseñar nuestra sede. Creemos que entre el ambiente de trabajo y lo que creamos tiene que existir una química particular de las emociones. Es algo casi imperceptible, pero para conseguirlo se necesita un ambiente que se abra al contexto natural con intimidad y serenidad. Nuestra sede refleja lo que somos, una síntesis entre contemporaneidad internacional y vínculo profundo con el territorio.
Blackfin está hecha con las personas que la forman, porque son ellas las que mantienen vivo este sueño desde hace más de 40 años. Son los diseñadores, los operarios, los administradores, los técnicos y quien nos hace encontrar cada día un ambiente limpio. Sin estas personas y su notable sentido estético, guardianes de profundos conocimientos técnicos y siempre listos para arremangarse la camisa, no nos habríamos convertido nunca en lo que somos actualmente. Es por esta razón que no dejaremos nunca Italia, sería una traición hacia nuestro país pero también hacia ellos.
Si estás rodeado de un paisaje único, todo tiene que estar a la altura de la belleza que lo rodea. Por eso nuestra sede está diseñada respetando el lugar en el que se inserta y, sobre todo, pensando en las personas que trabajan en ella. La forma exterior es la de un monolito realizado con materiales sostenibles y armonizado con el entorno, que cambia durante el día entre sombras y reflejos, mientras que los espacios interiores han sido hábilmente diseñados para garantizar niveles de confort muy elevados. El resultado es Black Shelter, un edificio certificado como “CasaClima Work&Life”, que representa físicamente el neomadeinitaly.
Descubre más